Los mapas hápticos son esas maravillas tecnológicas que, en teoría, deberían hacer más fácil la vida de las personas ciegas. Son representaciones simplificadas de espacios que, en vez de visuales, se perciben al tacto. Usan braille, texturas y figuras en alto relieve para que la gente pueda saber dónde está qué cosa en escuelas, estaciones de tren, y hasta en los baños. También tienen macrotipos y contrastes de color para quienes tienen baja visión. Suena fantástico, ¿verdad? Pues no es oro todo lo que reluce. Aquí te contamos tres problemas que pueden tener estas herramientas.
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