Dibujo de los tres personajes principales de Ojitos de huevo: Alexis, una persona con discapacidad visual, Charly, el mejor amigo que tiene parálisis cerebral y lentes, y Azul, la chica de la que se enamora Alexis. Alexis trae un vaso de café, donde una persona fuera de cuadro le echa una moneda.

“Ojitos de huevo”. Una visión de la discapacidad visual sin miramientos.

“Ojitos de huevo”. Una visión de la discapacidad visual sin miramientos. 2160 1620 Instituto Mexicano de Turismo y Accesibilidad

Por Alejandro Castillo.

Recientemente llegó a mi persona un par de recomendaciones sobre películas o series que se han estrenado en plataformas de streaming. No habría tenido mayor relevancia de no ser porque ambas fueron de material cuyo tema aborda la discapacidad visual.

Tendría que decir que el tema en sí no representaría mayor atractivo que el de cualquier film que se hubiera realizado antes, dado que en general, y especialmente aquí en México, la accesibilidad para material de entretenimiento pareciera no estar regulada. O peor aún, que no hay interés alguno en dar acceso a grupos minoritarios, que como tales imagino que bien podrían alcanzar un buen número de espectadores.

Entonces, cuando me entero de la serie “Ojitos de huevo” producida por Netflix, mi curiosidad aumenta, sabiendo que esta compañía es de las primeras en nuestro país que toman acción y añaden una pista sonora con audio descripción para personas con discapacidad visual. Mejor aún, escucho comentarios de que esta vez no solo cumplen con esta obligación moral, sino que además lo hacen de manera muy creativa.

Dos capturas de pantalla de la serie. En la primera aparece un profesor en un salón de clases, diciendo "como podrán ver en esta gráfica...". En la segunda aparece Alexis, el protagonista con discapacidad visual, diciendo "y le volví a valer olímpicamente madres".

Pero ¿cuál sería la reseña desde la óptica de una persona con discapacidad visual?

Más allá de lo paradójico de la pregunta, me surgió la necesidad de emitir mi opinión sobre esta serie.

Para comenzar diría que, contrario a la opinión de mucha gente, de que por tener una discapacidad, las personas que nacimos con una o que la adquirimos, estamos siempre tristes por obvios motivos, es totalmente falsa. Para comenzar, contrario a la opinión de mucha gente, las personas que nacimos o adquirimos una discapacidad no estamos siempre tristes por ello. Es totalmente falso.

“Ojitos de huevo” de entrada lanza un mensaje alegre al no pretender usar la discapacidad como un drama con el cual todos deben dolerse y despertar la empatía por las personas con esta condición. Al contrario. Alexis, el protagonista de esta serie, deja muy claro que, ante todo, es una persona como cualquier otra. ¡Y de qué manera lo es! 

Como cualquier hijo, es un chico rebelde, con defectos y virtudes en los cuales no tiene que ver nada la discapacidad. Y por lo mismo, puede fumar mariguana o tener sexo casual, sin que por ello se satanice o se le ponga un halo de santidad a la persona por el hecho de tener una discapacidad.

Dos capturas de pantalla de la serie. En el primero aparece el protagonista, Alexis, y su mejor amigo Charly, intentando cruzar la calle. Alexis dice "Oiga poli, ¿No puede parar el tráfico para que podamos pasar?". En la segunda aparece el policía comiéndose una torta, diciendo "Ah, chinga. Ni que fueras el papa güey".

Las barreras del entorno

En la serie podemos ver como el personaje, a pesar de su naturalidad, se enfrenta en todo momento a esa pared dura e invisible que representa la inaccesibilidad. Además, vista desde afuera desata una serie de comportamientos –tóxicos, diría yo–, por parte de quienes le rodean: familia y amigos.

Aunque “Ojitos de huevo” hace referencia a la ceguera, la serie claramente aborda otro tipo de discapacidades. Y lo hace de una manera tan natural como es la vida, sin forzar la entrada de cada uno de los personajes. Eso sí, refleja muy bien la solidaridad existente entre personas con discapacidades distintas.

También es muy interesante la manera en que se desarrollan los personajes antagónicos. Es digno de subrayarse cómo la sociedad, a pesar de tener “buenas intenciones” puede llegar a tener comportamientos muy tóxicos. Tal es el caso de los alumnos “buena onda”, que quieren crear consciencia entre sus compañeros mostrando la aparente desgracia de otros menos afortunados, pero que terminan solo evidenciando sus prejuicios.

De igual forma está el empresario, que le preocupa más la carga o responsabilidad que le representa contratar a alguien con discapacidad, todo desde una opinión desinformada y carente de cultura sobre el tema. Y por supuesto, la actitud de los padres del protagonista, con actitudes que van de la sobreprotección al empoderamiento desinformado, que puede llegar a ser muy temerario.

Como cualquier persona, el sexo forma una parte muy importante de la vida. La serie aborda el tema con mucha gracia y naturalidad, como debe ser. Aun así, me queda un poco exagerada la trama sentimental y sexual, ya que, aunque no es imposible, si hay que decir que la relación sentimental entre personas con y sin discapacidad no es precisamente de lo más común. También se aborda el rechazo o discriminación entre personas con diferentes discapacidades. Nuevamente, no es que sea tan común, pero existe.

Dos capturas de pantalla de la serie. En la primera, aparece la novia del protagonista engañándolo con una persona sin una mano. En la segunda aparece el protagonista con su mejor amigo, Charly. Charly dice "¿Estás cuereando a mi amigo con el manco? No solo le gustan los likes, también tiene un fetiche.

La accesibilidad de los contenidos

Por último, en cuanto a la accesibilidad de la serie misma, cuenta con audiodescripción para personas con discapacidad visual. Pero destaco que la voz en off que hace la descripción es maravillosa. Al ser una comedia, está narrada en ese mismo tono, haciendo incluso comentarios jocosos que adentran al espectador para envolverse en las situaciones cómicas o emocionantes. Me puedo imaginar que en esto seguramente tuvo que ver la mano del protagonista, ya que se nota el cuidado en cada detalle.

En resumen, “Ojitos de huevo” es una serie amena y muy digerible. Si es compartida entre familia con y sin discapacidad, puede servir como llave de entrada a temas más serios y profundos, que involucran la manera en que nos relacionamos dentro y fuera de casa. Sin duda se divertirán, y los casi 30 minutos de cada capítulo se irán como agua.

Por último, me gustaría hacer hincapié en un tema que a la fecha resulta doloroso constatar: la falta de compromiso de las productoras de contenido nacionales como son Televisa y Tv Azteca, y las del gobierno, las cuales no añaden audio descripción para personas ciegas, ni closed captions para la comunidad con discapacidad auditiva. Empresas como Amazon Prime, Netflix, etcétera, ya lo vienen haciendo, e incluso sus plataformas tienen compatibilidad con lectores de pantalla. Pero en México seguimos muy retrasados.

Ojalá que, con el éxito de esta serie, se vaya avanzando en la inclusión verdadera en los contenidos. Esa sería quizá la enseñanza más importante que nos deja una serie diferente, como “Ojitos de huevo”.

Caricatura sin color de Alejandro Castillo. Lleva una camiseta y está peinado de raya a un lado.

Alejandro Castillo

Trabaja actualmente como instructor de tecnología para el Sistema DIF en Puerto Vallarta. Es ingeniero en sistemas por la UNAM, y desde que perdió la vista hace veinte años, se dedica al activismo por la inclusión de las personas con discapacidad, participando en foros sobre el tema en México y el extranjero.

Lo pueden encontrar como @alexinpv en X.