Conversación con Israel Morales San Román
Cuando hablamos de interseccionalidad, nos referimos a la forma en que los factores por los que alguien es excluido se superponen. Por ejemplo, una persona con discapacidad (PcD) que también se identifica como parte de la comunidad LGBTQ+, experimenta situaciones de discriminación más complejas.
Hace un par de meses tuvimos la oportunidad de conversar con Israel Morales San Román, quien nos impartió un seminario sobre discapacidad y sexualidad, tema en el que enfocó sus estudios de maestría. En el marco del Pride 2024, les queremos compartir algunas anotaciones que hicimos al respecto.
Una mirada desde el modelo crítico de atención a la discapacidad
Israel, como PcD visual, enmarcó su tesis bajo lo que se conoce como el modelo crítico de atención. Este enfoque es relativamente nuevo y parte de la eficacia económica que se espera de los cuerpos:
“Si la salud corporal garantizaba la eficacia productiva del cuerpo –y con ello, para la gran mayoría de los agentes sociales, la posibilidad de supervivencia gracias a la obtención de un salario por su trabajo–, ahora será la posesión de un cuerpo ajustado a cierto ideal estético lo que puede garantizar, ya no la supervivencia económica, sino el éxito social –un éxito de fundamento económico, ciertamente, pero que no se vincula ya a la garantía de un salario, sino al ascenso en la jerarquía social–.”
Israel nos explicó que el modelo crítico está conformado por seis axiomas clave. Para ilustrar cada uno, nos contó algunas historias de vida que ha recopilado mediante entrevistas a lo largo de los últimos años, donde pudimos notar la intersección entre la discapacidad y la sexualidad y diversidad sexual.
Corporalidad
El primer axioma se refiere a la heteronormatividad de los cuerpos, que deben cumplir con ciertas características para ser considerados “normales”. En el caso de las PcD, sus circunstancias de vida son comúnmente asociadas con cuestiones médicas y enfermedades, lo que les hace no ser un “buen partido” para una relación romántica o sexual.
Israel nos contó historias como la de Slow, un basquetbolista con discapacidad motriz quien terminó en la cárcel porque la madre de su pareja quería prohibir su relación. Las PcD no son consideradas deseables en múltiples sentidos, por lo que mucha gente se puede ir a los extremos para prohibirles relacionarse libremente.
Opresión
Isma es una persona ciega trans de Baja California. Debido a la falta de acceso a información sobre diversidad sexual en formatos accesibles, no sabía ni cómo definir lo que sentía hasta que llegó a la universidad. Su proceso de transición fue tardado por diferentes motivos, siendo uno de los principales que no se sentía con la suficiente autoridad para decidir sobre su propio cuerpo.
La opresión se refiere a que las PcD son ubicadas en una posición de inferioridad contra el resto de la población. La violencia familiar, y en muchos casos médica, hacen que hasta las mismas PcD sientan que su propia voluntad no tiene el mismo valor y que no debe ser tomada en cuenta. Muchas PcD también son expuestas constantemente por este motivo: se les cambia de ropa frente a todos, se les exhibe, y no se les pide su consentimiento.
Tras muchos años, finalmente Isma pudo transicionar para identificarse tal y cómo es. Claro que siguió viviendo esta cuestión interseccional: tras la mastectomía, no podía usar sus brazos, y por lo tanto se quedó sin poder “ver” a través de sus manos por un periodo de tiempo.
Capacitismo
Así como existe el machismo y el racismo, el capacitismo es una forma de discriminación que posiciona a quienes tienen discapacidad bajo prejuicios y estereotipos negativos. Israel nos contó sobre una pareja de chicos con síndrome de Down a quienes no los dejaban besarse. ¿La razón? Se les ve como niños que “no saben lo que hacen”, que “no deberían estar haciendo esas cosas sucias” para que “no se reproduzcan y no haya más de ellos”.
Este punto nos recordó una noticia de hace un par de años, donde PcD denunciaron la falta de accesibilidad en la marcha del orgullo en 2022. El capacitismo se hizo notar en comentarios como “es una marcha sobre diversidad sexual y no del Teletón. No se trata de discriminar a nadie, pero cada cosa en su lugar”.
También este capacitismo es notable en ciertos tabús, como que “los ciegos, como no ven, solo se fijan en los sentimientos y la belleza interior.” Israel bien nos dice que esto depende de cada persona, pero definitivamente el físico influye. También hay quienes se fijan en la voz, o el olor. Pero ya depende de cada quién.
Biopolíticas y Biopoder
Rosario es una mujer que durante su embarazo descubrió que su bebé tenía síndrome de Down. Independientemente de sus deseos, y sin brindarle suficiente información al respecto, el personal médico la orilló a abortar.
Aunado a la diferenciación social por no encajar en el estándar, las PcD se enfrentan a los controles corporales impuestos por el estado. Para mitigarlo, algunos países cuentan con políticas que obligan al personal médico a dar toda la información necesaria a las personas gestantes. De esta manera, se asegura que cuenten con el conocimiento necesario para tomar una decisión por cuenta propia, y no por los intereses del estado.
Además, este control de los cuerpos es replicado por los grupos sociales y las familias, manteniendo una posición de poder y superioridad contra quienes viven con discapacidad.
Autonomía
Un conductor de Uber tenía un pasajero recurrente: un chico con discapacidad motriz que iba a tener relaciones con su pareja a un motel. El problema de este chico es que, si le tocaba una habitación en el piso de arriba, no tenía forma de subir con su silla de ruedas. Así que el conductor se ofreció a ayudarle a subir cada que necesitara.
Otro de los factores por los que se les complica relacionarse a las PcD, es porque se consideran seres dependientes. Sumado a la falta de accesibilidad física –arquitectónica o urbana– o sensorial –como condones con información meramente visual, o apps como Grindr y Tinder que no son accesibles con lectores de pantalla–, definitivamente hay muchos factores que obstaculizan su autonomía en este sentido.
Es aquí donde entran figuras como la asistencia sexual, el acompañamiento en el erotismo, entre otras. Apoyos que deberían constituirse e implementarse de acuerdo con las necesidades de cada PcD. Si existe una correcta cimentación social y jurídica, se contribuye a la autonomía e independencia en el libre ejercicio de la sexualidad de este grupo.
Como conclusión, recordemos que las PcD son, ante todo, personas. Con gustos, deseos, orientaciones e identidades diversas. Y como tal, debemos abrazar esta diversidad y cuestionar todos aquellos prejuicios y estereotipos que condicionan nuestras interacciones, para lograr un mundo donde todo individuo se sienta bienvenido.
Israel Morales San Román
Es capacitador y tallerista en materia de discapacidad e inclusión, y actualmente dirige la unidad de atención a PcD del H. Ayuntamiento de San Luis Potosí.
Puedes seguirlo en Instagram como @i.sanroman